EN MEMORIA DE JOSÉ DE MORA. En el III Centenario de su fallecimiento.
La miró una vez más para asegurarse de que toda su hechura era de excelencia, el modelado sugerente, la policromía acertada, la Dolorosa emanaba una sagrada unción que le conmovía y consolaba su atormentada ánima. José de Mora la miró por última vez antes de entregarla a las Monjas Comendadoras de Santiago. Comprobó que el resultado era lo que él andaba buscando, desde que unos 30 años antes, le hiciera a los Servitas la otra virgen de los Dolores.
Y queremos creer que la contempló vestida tal cual se presenta ahora, 300 años después de su fallecimiento, al modo granadino. De negro luto, enjoyada como una reina, con bordados en oro, rostrillo monjil y toca de negro encaje. Con presea de soberana. Con un corazón traspasado de siete puñales de dolor. Por siete omisiones, por siete olvidos. Podríamos imaginar que tal como ahora en noviembre la presentamos, vestida por Paco Garví, sería la verdadera imagen que en el siglo XVIII, pudo ver su posible e inmortal autor, José de Mora.
Fotografías: Ignacio Martínez y Carolina Fernández
