Memorias de un 30 de mayo: Procesión de Alabanza

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Alrededor de las siete de la tarde comenzaba a salir el cortejo de la S. I. Catedral. María Santísima de la Amargura salía del templo metropolitano, por primera vez Coronada bajo palio, entre la emoción y el anhelo de una plaza de las Pasiegas que recibía con gozo a la Madre de Dios. La Banda de Música de Nuestra Señora del Carmen, de Salteras, de Sevilla, interpretaba por primera vez la marcha Reina del Realejo, para que toda Granada le cantase El eco de la clausura.
Unas emociones iban dando paso a otras. Frente al paso de palio, Antonio González, pregonero de la Coronación, esperaba a María Santísima desde un balcón para volver a cantarle, como ha venido haciendo desde que era pequeño. Él mismo escribió la saeta que le cantó en aquella tarde tan especial:

Aquí me tienes, Madre, como te había ‘prometío’, pa’ decirte que te quiero y así anunciar a Granada que hoy regresas al Realejo como Reina Coronada.

Una saeta dio paso a otra: unos metros más abajo, otra hermana de esta corporación, Noelia Membrilla Trujillo, esperaba la llegada del paso de palio para hacer de su cante oración, ofrendando a María Santísima una saeta que decía:

Campanas, echad al vuelo por la madre de Granada, que ha cambiado su velo para ser por siempre coronada como Reina de los Cielos.

Granada en sí era una fiesta. Las calles engalanadas esperaban a la Divina Comendadora Coronada. En la Plaza de la Pescadería, los Grupos Jóvenes de Resucitado de Regina, Escolapios, Cañilla, María Auxiliadora, Lanzada y Esperanza habían engalanado la calle Marqués de Gerona y habían preparado una alfombra de sal coloreada con la leyenda: Divina Comendadora – Amargura Coronada.
Llegaba al Convento de San Antón a sones de Como Tú ninguna, de David Hurtado, recreando estampas insólitas entre un numeroso público que iba arropando a la Hermandad en su regreso al barrio. Allí los esperaba el Coro de María Auxiliadora junto a la Comunidad de Capuchinas. Ya en los aledaños del Realejo, la familia Cañavate ofrendaba una ‘petalá’ a María Santísima de la Amargura, a la entrada de la calle San Matías, que se presentaba llena de guirnaldas de papel y colgaduras que coloreaban aún más la noche, trabajo de los grupos jóvenes de Paciencia y Penas, Estrella, Aurora, Concepción, Silencio, Maravillas, Dolores, Vía Crucis y Nazareno. En la iglesia del Monasterio de las Carmelitas Descalzas, la Hermandad de Jesús Nazareno recibía a María Santísima, al igual que lo hizo la Hermandad de las Penas en San Matías. Desde un balcón del MADOC, Iván Centenillo dedicó una saeta a la Virgen, como hace cada Lunes Santo; tras él, el veterano Curro Andrés hizo también de su cante oración para la Divina Comendadora, antes de volver a caminar para entrar definitivamente en el barrio.
Placeta de los Girones y Ancha de Santo Domingo también presentaron su mejor impronta, engalanadas por jóvenes cofrades de Resurrección junto a otro grupo de fieles provenientes de Almuñécar. Se sucedían las ‘petalás’, vítores y palmas a la Madre de Dios. En la plaza de Santo Domingo, María Santísima de la Amargura se postraba ante sus puertas recordando que su Hermandad volvía a la vida para no abandonarla en el templo dominico, catedral del Realejo, el 22 de abril de 1943.


Los Grupos Jóvenes de la Archicofradía del Rosario y de los Ángeles se sumaron al engalanamiento del barrio, con el exorno de la plaza de Santo Domingo y calle Carnicería. En un balcón de esta calle, el grupo Aires de Fígares esperaba a la Virgen de la Amargura para cantarle las sevillanas que compusiera Eduardo Salamanca, con letra de Pepe Espinel, y que decían así:

(I) Sobre Ti revolotean ángeles maniqueteros que traen corona de oro a la Reina de los Cielos. ¡Realejo! ¡Amargura! Gran Señora de Granada, Qué orgullo poder cantarte como Reina Coronada. (ESTRIBILLO)
(II) El Realejo se engalana al llegar la primavera y la calle Santiago, al irte sola se queda (ESTRIBILLO)
(III) Que repiquen las campanas, ya vienes, Comendadora. Al verte se para el tiempo, que se detengan las horas. (ESTRIBILLO)
(IV) Eres bendita, Amargura, el sueño azul de tu barrio, y tu llanto es el refugio de la oración en mis labios. (ESTRIBILLO)

Aunque estas no serían las únicas sevillanas que le ofrendasen a la Señora en aquella extraordinaria noche. En calle Molinos, Lucía Illescas, Carmen Jiménez y Óscar Soto esperaban en otro balcón a María Santísima, para hacer la ofrenda que traían los Grupos Jóvenes de las hermandades zaidineras de Trabajo y Salesianos. Unas sevillanas compuestas por Ana Carmen Illescas con letra de Javier Núñez:

(I) Una noche, mes de mayo, y Granada fue testigo de cómo se iban forjando los sueños de tus vecinos. Entre calles y plazuelas fueron creciendo contigo, y al mirarte hoy a los ojos se me escapa un suspiro. Comendadora de Santiago, al fin el sueño cumplido, porque hoy te han coronado con corona de oro fino, que del Cielo te han bajado. (ESTRIBILLO)
(II) Tú eres la fuente donde beben mis sentíos, pura y limpia donde beben, donde beben mis sentíos. Eres salud del enfermoy lucero ‘encendío’. Hoy te mandan sus recuerdos desde el otro ‘lao’ del río pa’ engrandecer la corona que en el Cielo han ‘prometío’.
(ESTRIBILLO)
(III) Con el azul de la noche, con oro y filigrana, un cielo lleno de estrellas que tus monjas te bordaran dan cobijo, y a mi Reina nuestra joya más preciada. Que no hay cara en todo el mundo que tu belleza igualara en el vergel de Granada.
(ESTRIBILLO)
(IV) El Realejo esperaba impaciente tu llegada. Entre vítores y palmas, entre flores y plegarias, así te recibe el barrio, Realejo de tu alma. Que te quiere y que te espera, que de quererte no se cansa, Amargura Coronada, para gloria de tus días, para gloria de Granada.
(ESTRIBILLO)

En San Cecilio, la Hermandad de los Favores recibía a María Stma. de la Amargura Coronada, junto a María Santísima de la Misericordia Coronada, que se presentaba en el interior de la iglesia mirando hacia la puerta principal de salida. Su Grupo Joven había engalanado el Campo del Príncipe. Ocho horas y media después de la salida de Catedral, María Santísima de la Amargura, ya Coronada, entraba en la calle Santiago entre más ‘petalás’, vítores y palmas, más la última saeta extraordinaria, cantada por Alicia Morales, en una jornada histórica, para recogerse en el patio de las Comendadoras de Santiago, donde la esperaba la Comunidad de Religiosas, junto al Titular de la Hermandad, Jesús de la Oración en el Huerto.

 
El 30 de mayo Granada fue un río de emoción desbordada y de alegría compartida, por y para María, que en esta tierra volvía a recibir la presea que la corona como Reina por ser la Madre de Dios.

Texto: Extracto del artículo «La Coronación de María Santísima de la Amargura». Revista Golgota de junio 2015 por Carolina Fernardez – Fotografías: Alberto Ortega